Bueno, hace
rato no les comparto nada, la cotidianidad a veces nos absorbe. Pero sigamos
conociendo un poco más a este paraíso llamado Guaviare. El tercer día del viaje
estuvo dedicado a la naturaleza, en particular a una de las maravillas
naturales del departamento: La Serranía de la Lindosa.
Esta
formación rocosa de más de 450 millones de años de antigüedad se originó mucho
antes de que los dinosaurios pisaran la tierra, mucho antes de que nuestra
cordillera andina se elevara por sobre el mar, cuando esa zona tenia una fuerte
influencia marina. Hoy día, estas antiguas rocas sobresalen sobre la
llanura amazónica dando cabida a una vegetación muy especial y distintiva,
diferente de la amazónica que la rodeada y que está más emparentada
con la de otras formaciones rocosas mucho más al este, en Venezuela donde los
tepuyes se elevan enigmáticos inspirando incluso al famoso mundo perdido de los
dinosaurios que ha sido representado varias veces en el cine.
Así que la
mañana del sábado, anticipando la aventura, salimos temprano a desayunar y a
hacer lavar la moto para quitarle los restos de ese barro rojizo y pegajoso que
le cambiaron el color a todo el kit de arrastre de mi motocicleta. Como
antesala a la aventura, y atendiendo una cordial invitación del hermano del
gobernador fuimos al puerto donde llega la pesca del río Guaviare, allí
departimos con los compañeros de ruta a la espera de la llegada de los
pescadores, espera que valió la pena ya que vimos arribar un enorme bagre
conocido como "lechero", que a duras penas cavia en el bote que lo
transporta.
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"Lechero" pescado en el río Guaviare |
Luego
rodamos junto al grupo de alto cilindraje hasta un punto donde dejamos las
motocicletas (suficiente barro por este viaje!!), allí un microbús nos recogió
para llevarnos a destino. Algunos compañeros de bajo cilindraje más una Super
Tenere y una BMW R1200GS (imposible que no) si realizaron todo el recorrido
desafiando el barro y la roca.
Iniciamos la
caminata en una sabana natural donde sobresalían rocas de formas
caprichosas y enigmáticas que ya nos hacían sentir en un lugar
diferente, fuera de lo común.
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Los Túneles, Serranía de la Lindosa |
Llegamos a un sitio conocido como "Los Túneles", donde
en un afloramiento rocoso se formas cavernas y pasadizos en donde, a pesar de
las recomendaciones del guía nos separamos del grupo mientras tomaba fotos a un
lindo murciélago habitante de aquellas cavernas.
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Murciélago filostómido, habitante de una de las cuevas de la Lindosa. |
Luego de varias vueltas explorando el lugar nos encontramos con
otro grupo con el completamos el recorrido. Después salimos rumbo a los pozos
naturales donde disfrutamos de un delicioso baño en aguas cristalinas. Lo único
que lamento de la visita fue el corto tiempo de la misma, ya que por mi
profesión se que es un lugar que esconde muchas maravillas dignas de ser
conocidas, difundidas y protegidas, pero esas eran
las características del viaje, un corto brochazo de este maravilloso
lugar, como para antojarse y quedar con ganas de volver.
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Caño de aguas cristalinas, Serranía de la Lindosa |
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Pa' que se antojen, una deliciosa mamona, la popular carne a la llanera |
Luego del
reconfortante baño una larga caminata, un buen almuerzo y al camping
a descansar un poco para la gran rumba de despedida, tremendo
parrando llanero con el que cerramos este magnifico viaje, donde desde luego su
Majestad el Joropo fue protagonista y donde los motociclistas, cambiaron sus
botas y sus cascos por cotizas y sombreros para compartir la magia de la
cultura llanera.
El día
siguiente fue de retorno, levantarse muy temprano, recoger el campamento, los
chiritos y coger carretera; siete y media horas despues, luego de
un larguísimo trancón de Villao a Bogotá y tomando nuevamente
la corroída variante de Pipiral (cuando nos dejerán pasar por el
túnel?) llegamos a nuestra fría Bogotá, con cansancio sobre la espalda pero con
las energías renovadas luego de confirmar una vez más las maravillas
culturales y naturales que alberga nuestro país.